El Neolítico es un periodo fundamental de la Prehistoria que se desarrolló entre el 10.000 a.C. y el 3.000 a.C. aproximadamente, dependiendo de la región.
También conocido como la Edad de Piedra Nueva, esta etapa supuso un cambio radical en la forma de vida de los seres humanos, que pasaron de ser nómadas cazadores-recolectores a sedentarios agricultores y ganaderos.
El Neolítico también fue una etapa de grandes avances culturales y espirituales:
Arquitectura monumental: Aparecieron las primeras construcciones megalíticas, como Stonehenge en Inglaterra, que podrían haber tenido fines rituales o astronómicos.
Arte cerámico: Se desarrollaron técnicas para crear vasijas decorativas, lo que refleja un avance en la estética y la funcionalidad de los objetos cotidianos.
Religión y culto: Las prácticas religiosas se centraron en el culto a la fertilidad y las fuerzas naturales, reflejadas en figuras como la Venus de Willendorf o ídolos femeninos.
La sedentarización y la acumulación de recursos dieron lugar a importantes cambios sociales:
División del trabajo: Surgieron nuevas especializaciones, como agricultores, alfareros y tejedores, lo que diversificó la economía.
Aumento de la población: Con una mayor disponibilidad de alimentos, la población comenzó a crecer y se formaron las primeras aldeas y ciudades.
Inicio de las desigualdades sociales: La acumulación de riquezas y la posesión de tierras generaron diferencias sociales que no existían en las comunidades del Paleolítico.
El Neolítico dio paso a la Edad de los Metales, una nueva etapa caracterizada por el uso de metales como el cobre, el bronce y el hierro. Este cambio permitió la fabricación de herramientas y armas más resistentes, impulsando aún más la evolución de las sociedades humanas.
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